- Envejecimiento cronológico. Está determinado genéticamente. Existen mujeres con una piel más proclive al envejecimiento que otras. De ahí que encontremos mujeres que aparentan menos edad y otras que son más jóvenes de lo que delata su piel. Los efectos más claros de cronoenvejecimientos son la flacidez, pérdida de luminosidad y arrugas muy marcadas. Esta evolución de la piel no puede evitarse.
- Fotoenvejecimiento. En este caso el envejecimiento es producido por la acumulación de agresiones por el medio ambiente, principalmente el sol, pero también la alimentación, el estrés, los hábitos o los cambios de temperatura. Ante este tipo de envejecimiento sí podemos tomar medidas. Una actitud saludable ante la vida y la protección de la piel contra los rayos solares son claves en la prevención anti-envejecimiento.
- Envejecimiento hormonal. Está relacionado con los efectos de la menopausia. El descenso en el nivel de estrógenos debilita las fibras de colágeno y destruye su función de soporte, favoreciendo la formación de arrugas profundas.