La toxina botulínica, comercialmente conocida como bótox, es el tratamiento estético más demandado en las consultas de los médicos estéticos para combatir las arrugas que aparecen con el tiempo en el rostro. La toxina botulínica tipo A es un material con propiedades paralizantes que se inyecta en determinados puntos del rostro para devolver la juventud.
Es una de las diez toxinas del botulismo, una enfermedad peligrosa provocada por los alimentos en mal estado, infectados por la bacteria clostridium botulinum.
¿Es tóxica?
En grandes dosis estas toxinas pueden resultar letales, pero la dosis que se inyecta en las arrugas es mínima y no resulta peligrosa. Desde hace muchos años se utiliza para corregir el estrabismo.
¿Cómo se aplica?
El tratamiento implica una inyección de la neurotoxina directamente a los músculos de la cara, que sólo requiere anestesia tópica local.
¿Cómo actúa?
Esta sustancia consigue bloquear los impulsos que parten de las terminaciones nerviosas y que contactan con la musculatura facial, de tal manera que dicho músculo no se pueda contraer. Utilizada adecuadamente no causa una expresión de congelación facial.
No es un tratamiento permanente, su efecto desaparece a los seis meses, lo que obliga a someterse a nuevas sesiones, si el paciente lo desea. Su ventaja es que si no está conforme con los resultados, puede repetir el tratamiento transcurrido ese tiempo. En personas mayores de 65 años suele ser menos efectivo que en pacientes más jóvenes.
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